TOMATE




Aquí hay tomate en la herida sangrante
rasca al deslizarse entre inseguridades certeras
Tomate en la ensalada de verano regada por agridulce vinagre,
si me mosqueo lo estampo contra las paredes, las lleno de dibujos amorfos
y plena, chupo su jugo linfático del cuello más cercano

Le rouge ni le noir. Il n´ y a pas de yeux
el fluir es mudo, mi risa profunda
y tu soledad ¡querida! un plato sin fondo
donde comer en cucharadas amargas.
Es.Casa de zitas

El indiscreto encanto de Elena y su poesía

















Háganme el favor de estarse quietecitos, de guardar las composturas, de no hacer el imbécil y leer como es debido este poema de Elena Garrido, una mujer de tablas tomar, y tan discreta que muchos de nosotros ignorábamos que además de sus habilidades como actríz era tan indiscutible poeta.

De qué vas, pues claro que te puedes tocar, y más si te la imaginas como doncella inocente que tirita de risa a la hora de lasciviarte, o como estrella del cine eroto mudo cool, o viuda con velo que se te insinua delante de su difunto y te pone el pene de gallina, o el dedo como escarpia en un seismo. No, no le hagas ahora pronunciar la Z mientras rezita y nos enseña el arte de bailar una cumbia con la boca, a la vez que saborea pícaramente un hotdog, y después sabe quedarse como la Gioconda, con la discreta sonrisa de quien no ha roto un plato. ¡Nooo!, aquí tienen que venir eyaculados, este es un recinto tan piadoso como una catedral gótica, como ese sagrado corazón de la puerta a medio decapar que está mirando indiscretamente.



No mires tanto mi clítoris y comételo.
Lámelo hasta que lo vuelvas líquido.
No tengo toda la tarde.
Mueve la lengua arriba y abajo,
primero lentamente, expandida,
después rápida, concentrada.
Yo dirigiré tu cabeza.
Tus orejas como mandos del videojuego.
Derecha, izquierda, más rápido, más rápido, más rápido...

II
Te has bajado los pantalones
y me señalas.
¡A mi no me amenaces!
...
Caigo arrodillada

Oh Rey de Siam
voy a meterte en mi boca.
No molesten estamos trabajando.
No me hagas reír voy a morderte.
Digo si, si, si con la cabeza.
Quiero mamartela hasta exprimirla (soy de la tribu jíbara de pollas
reducidas).
Me la he tragado, lo siento.

III
Bendita soy entre todas las mujeres.
Cada poro de mi cuerpo se ha transformado en una vagina unicelular,
donde miles de millones de pollas microscópicas van a penetrar sin fin.

IV
No puedo moverme.
Querías empalarme y lo has conseguido.
El dolor me arruga la nariz.
Quieres moverte y yo grito.
No puedo verte.
No quieres que me de la vuelta.
Gruñes. Y yo estoy a punto
de arrancar el cabecero.