.....

Soy como el zahorí que en campo abierto busca la vena inspiradora
el manantial profundo de la vida.
A cado paso saco mi vara de avellano
encuentro nuevo polvo, falsas cuadraturas
que llevan a un pozo desecado
a la vacuidad absoluta
de creerme más sabio y apostar dignamente por una nueva vena.
Hay veces, que me atrevo a gritar sin recato
que se equivoca el mundo,
que en ese exacto páramo
no es imposible hallar un gran lago de llanto,
o un nuevo torrente que se convierta en río.
Vuelvo a caminar en círculos
como atado a una noria imaginada,
a sacar los alambres, a medir nuevamente
a volver a lo andado y reflexiono….
“esas piedras no tienen ni idea de mi sueños…”
Igual que el zahorí me canso,
y me hastía la sed, el polvo pegajoso del verso inacabado
igual que el zahorí vuelvo a mis pasos
buscando la fuente de la vida
y el poema fantástico que refresque unos labios.



Belén L.

A nuestro rollo







Bueno, qué.

Qué, de qué.

Que si vamos a seguir todos con esto.

Con qué.

Con lo de la Casa de Zitas, y todo eso.

Por qué lo preguntas.

Porque se nota una miaja de desidia.

Bueno, pero eso es coyuntural, no todo el mundo

escupe sangre a

todas horas, ni saca los pechos

para que se los pintarrajeen, o los chupe algún mamón.

Qué porvenir le ves tú a esto.

A qué.

A la Casa de Zitas, coño, estás lelo.

Esto renacerá, ya lo verás.

O remorirá.

También.

Es que hay gente que pega mocos en el blog.

Déjalos, lo hacen por envidia.

¿Los limpio?.

El qué.

Los mocos.

No. Son perros habrientos oliéndonos.

Entonces, qué hacemos.

Sacar el ADN.

De qué.

De los mocos. De los mocos se saca el ID.

¿Y?.

Cuando averigüemos quíen es lo haremos.

El qué haremos.

Asesinarlo.

¿Y mientras?.

Que siga, que siga pegando mocos.




Pepemont.

APRENDER A APRENDER

Aprender a aprender
Después de un tiempo,
uno aprende la sutil diferencia
entre sostener una mano o encadenar un alma,
y uno aprende que el amor no significa recostarse,
y que una compañía no significa seguridad,
y uno empieza a aprender.
Que los besos no son contratos,
y los regalos no son promesas
y uno empieza a aceptar sus derrotas
con la cabeza alta y los ojos abiertos.
Uno aprende a construir todo su camino en el hoy
porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes,
los futuros tienen una forma de caerse a la mitad.
Después de un tiempo uno aprende que “sí” es demasiado,
y hasta el calorcito del sol quema.
Así que uno planta su propio jardín,
y decora su propia alma,
en lugar de esperar que alguien le traiga flores.
Y uno aprende que realmente puede aguantar
que uno realmente es fuerte,
que uno realmente vale,
y uno aprende y aprende...y con cada adiós... uno aprende.

Jorge Luis Borges